Os doy la bienvenida a mi web. Aquí podéis hacer un recorrido por mi trayectoria artística, en "la galería"  muestro una selección de obras en acuarela, técnica mixta y obra gráfica. También podéis ver un video de estampación de grabado y conocer mis actividades.  

 

Gracias por la visita,    Blas Ferreras

Música

Blas Ferreras, artista zamorano (Villarín de Campos) asentado en Madrid desde hace años, ha sabido enfocar su amor por el dibujo. las formas y el papel a través de dos formas creativas diferentes: la pintura y el diseño como Arquitecto Técnico.Ha participado en diversas exposiciones colectivas e individuales de Pintura en Madrid, Zamora , Ávila, Murcia, Valladolid y Segovia, en la que ha expuesto en Riaza, Prádena, S. Ildefonso, entre otros muchos lugares. Fue premiado con el primer Premio Provincial de Zamora y con el segundo de Acuarela 2004 del Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Madrid. Ha sido finalista en el premio de la Universidad Politécnica de Madrid. Ha expuesto en diversas ferias de Arte Contemporáneo.

Recientemente ha sido distinguido con el Primer Premio en el certamen internacional de acuarela Puig Roda y ha obtenido la medalla del Centenario de la Asociación Española de Pintores y Escultores.

Influencias




Exposición Galería Zaca, Segovia

El Adelantado de Segovia  (Junio 2010) 

 

En la Galería Zaca de S. Ildefonso vuelve a exponer Blas Ferreras Flórez. Es un artista conocido y esperado, de ahí que sus exposiciones alcancen ya un cierto tono de familiaridad. Se espera no descubrir su obra, sino confirmar su trayectoria, acompañar su evolución, confirmar cómo su obra va creciendo no tanto en tamaño sino en intensidad, en fuerza expresiva y en enjundia cromática.

En la galería Zaca nos expone obras de paisajes y abstractas, pero también algunos pequeños y bellos grabados. Vemos sus obras con el interés del reencuentro.

Es toda obra sobre papel, de grandes tamaños, y con la acuarela como técnica dominante de su lenguaje, aunque a veces retoque con acrílicos. Por ello, sorprende el tamaño de sus paisajes a la acuarela sobre papel de alto gramaje grapado al bastidor. La acuarela queda al desnudo sobre el soporte y conlleva una doble sensación, de liviandad y ligereza por una parte, y de soledad y desnudez, por otra.

Se ha hablado a veces de una cierta marca de los paisajes de Ferreras, ya sean de su tierra de Campos, de Madrid, de la Mancha, o de Segovia, poco importa. Son paisajes grandiosos y desolados, en los que la figura humana está ausente. Paisajes intensos de color y dramáticos de emoción. Paisajes primigenios, radicales, en los que se prefiere la mancha y la textura por encima de la mera descripción de elementos naturales. Se reconoce la esencia del paisaje, sus volúmenes, desniveles, fallas, quebradas, erosiones, pero resulta indiferente su localización concreta, poco importa. Son paisajes en los que Ferreras procura expresar sus estados anímicos más que la anécdota de cada lugar.

Paisajes en los que el espacio adquiere dimensiones cósmicas, telúricas. Pero que nadie piense que son paisajes vacíos, inexpresivos, al contrario se muestran llenos de vida, tanta vida como el color es capaz de engendrar y de transmitir. Las acuarelas sirven a Ferreras para superar un cierto antropocentrismo de la pintura paisajista al uso, esa tópica contraposición entre el hombre, en sus quehaceres cotidianos, y la naturaleza.

También las acuarelas de Ferreras están lejos del costumbrismo al uso. No hay foto fácil ni postal al uso que copiar, casi diríamos que son paisajes de memoria, de la memoria ancestral de nuestra conciencia. Paisajes pintados en el taller cuando ya los ojos se han empapado de lo esencial de todo paisaje.

Las obras más sobresalientes de Ferreras tienen un sentido de distancia y de respeto por el entorno que nos soporta y nos cobija, logrado con una perspectiva caballera, alzada, que le permite una composición muy estructural, en la que las masas se equilibran casi con capricho. Es como si la naturaleza respondiera a las necesidades compositivas del pintor, de ahí que surjan paisajes de colores contrastados, de formas agitadas, de movimientos violentos.

No es de extrañar que Ferreras diera el salto en su obra a la abstracción. Sus paisajes ya incorporaban una visión abstracta de la naturaleza y sus colores aportaban una intensidad expresiva alejada de los colores locales tan al uso en la acuarela. Los colores se van concentrando y la paleta se llena de empastes primarios. Rojos, negros, azules. Energía, corporalidad, expresividad. La perspectiva en la abstracción se hace cenital, porque el paisaje se traslada a la mente. No hay rupturas entre los paisajes y las abstracciones en la obra de Ferreras. Al contrario, plena coherencia y progreso. Y siempre la acuarela como herramienta expresiva. Es de agradecer este salto poderoso en la acuarela, como si el agua se condensase, como si el pigmento se solidificase. Como si la pintura misma se transmutase en naturaleza.

Los paisajes solitarios, que no vacíos, se complementan con las abstracciones repletas de gestualidad, de humanidad. Si los paisajes eran sofocantes, sin dejar espacios transparentes, ahora en cambio las pinturas abstractas flotan sobre un fondo blanco y generoso, que alivia el dramatismo de aquellos.

Ferreras nos ofrece paisajes agotados, como denuncia de nuestra insensata relación con la naturaleza. En cambio nos regala paisajes abstractos, llenos de libertad y de goce plástico. Del silencio al grito, de la soledad a la palabra.

Ya decíamos, al comienzo, que esperábamos las pinturas de Blas Ferreras para confirmar un diálogo abierto de preguntas, de formas y de colores.

Rodrigo González Martín - Segovia |